Amabilidad y enojo: Los seres humanos a veces ocultamos nuestra rabia a través de palabras amables, pensando que de esa manera engañaremos a los demás. Pero lejos de ser así, como aquel silencio que es el más ensordecedor de los gritos, nuestros oyentes entienden nuestras verdaderas intenciones. En este sentido, la presente receta tiene un emplatado que emula la alta cocina, pero sus sabores son cotidianos, sintéticos, baratos y corrientes. Como una mentira que al probarla entiendes lo falsa que es.
No obstante la reciente satanización de la comida chatarra, con la que uno puede o no estar de acuerdo, lo cierto es que el primer gran enemigo de esa comida sintética y hecha en masa, fue la comida Gourmet o de autor. Que en una filosofía radicalmente opuesta al fast food pretendía recrear platos muy elaborados de una composición casi artística y que tuviera un respeto por el sabor real de los ingredientes.
Sin embargo, lo cierto es que a lo largo de nuestra infancia e incluso de nuestra vida adulta, lo que hoy entendemos como chatarra ha sido un factor esencial y hemos incluso, de manera un tanto romántica, preferidos esos sabores artificiosos y baratos por encima de la alta cocina. La presente propuesta se centra en contra poner ambos conceptos radicalmente opuestos, empleando comida que se ve elaborada, pero cuyo sabor recuerda a papás de paquete, y esos nuggets que nadie entiende que tienen.
